“El chico come la manzana”: la realidad de las aplicaciones de aprendizaje de lenguas

Hasta hace solo unos años lo más interesante que podíamos hacer con nuestro móvil, además de llamar y mandar mensajes de texto, era cambiar nuestro tono con la melodía que más nos gustaba. En muy poco tiempo hemos visto evolucionar nuestros dispositivos móviles hasta el punto de convertirse en pequeñas computadoras portátiles multifuncionales con las que hacer fotos, grabar videos, mandar mensajes, localizar un local o navegar en Internet. Vivimos en un mundo hiperconectado donde existe una aplicación para casi todo. Hasta aplicaciones que nos dicen si estamos enganchados a nuestro teléfono. Por supuesto, desde el móvil.

iphone-204774_640

En el ámbito de la enseñanza de lenguas, estas aplicaciones no han parado de proliferar en el mercado: Duolingo, Rosetta Stone, Busuu o Babbel son tan solo unos ejemplos que parecen tener un éxito imparable. Y es que la tecnología ha cambiado no solo la forma en la que interactuamos con el resto del mundo sino también el acceso a la educación. Un smartphone parece ser suficiente para poder aprender en cualquier lugar donde tengamos una conexión fiable a Internet. Pero ¿podemos realmente dominar una lengua online?

Esta es la pregunta que se ha formulado desde el periódico inglés The Guardian en su sección “The case for language learning” para la cual han invitado a tres personas a aprender una lengua durante seis semanas a través de diversos medios online: Rosetta Stone, Duolingo y un tutor por Skype.  Aunque los resultados del experimento todavía no han sido publicados, ya podemos leer algunas reflexiones muy interesantes de estos usuarios.

“I like the built-in gamification, like the three ‘hearts’ you get to complete each lesson, meaning you get three chances to submit a wrong answer in each lesson before you fail and have to start over” –comenta Alan Haburchak en su primera semana aprendiendo español con Duolingo. Y es que la aplicación parece destacar por intentar hacer el aprendizaje menos aburrido mediante imágenes y convirtiendo todo el proceso en un juego. Sin embargo, a medida que van pasando las semanas su motivación va disminuyendo y empieza a dudar si realmente puede aprender una lengua solo a través de la aplicación.

Para quien no conozca todavía Duolingo, se trata de una herramienta donde los usuarios aprenden lenguas a partir de la traducción de textos que posteriormente son vendidos a otras empresas. A cambio, usar la aplicación es gratis. “Duolingo: la forma de aprender idiomas existe y es gratuita”. Parece como si los desarrolladores de este tipo de aplicaciones quisieran convencer al usuario de que seguir su método les ayudará a aprender una lengua de una forma fácil y más divertida. La realidad es que o te gusta traducir o abandonas el juego. A pesar del intento de mostrar credibilidad en su producto, parece que en el fondo lo que hay es un interés por venderlo y sacar beneficio. “Fácil, divertido y gratis” quizás sea el mejor titular para estudiantes cansados de clases tradicionales y sin motivación. Pero, ¿realmente funciona traducir frases de una lengua a otra?

Por lo general, las teorías de aprendizaje de lenguas no parecen importar mucho a los desarrolladores de estas aplicaciones.  “¿Para qué seguir filosofías que se contradicen?”. Y es que rara vez muestran información sobre qué teoría de enseñanza aplican. Quizás piensen que los usuarios no están interesados o simplemente que es aburrido explicarlo. Sin embargo, cuando nos detenemos y analizamos algunas de sus actividades descubrimos que la mayoría de ellas se basan en modelos de aprendizaje ya desfasados. “El chico come la manzana”  ¿Qué sentido tiene traducir frases descontextualizadas y poco naturales? ¿Qué tipo de frases estoy traduciendo? ¿Con qué objetivo? ¡Y qué manía con la manzana!

Duolingo ejemplo

No me extraña que nuestro amigo Alan empiece a verle las orejas al lobo y eche de menos una persona que le ayude con su español. Vocabulario descontextualizado, ejercicios rellena huecos o multirespuesta no son los mejores alicientes para aprender ninguna lengua. Ejercicios basados en la transmisión de información a través de la repetición de frases hasta morir de aburrimiento donde el alumno no tiene nada que decir, reflexionar y menos que aportar en su propio aprendizaje. Ese profesor con regla en mano escondido en el móvil que nos castiga si no acertamos la respuesta o nos premia con una cara sonriente si le traducimos bien la frase.

Como vemos, a pesar de todas las posibilidades que nos ofrece un artefacto creado esencialmente para la comunicación, las aplicaciones de lenguas móviles desconocen todavía el factor comunicativo. Quizás lo fundamental es que estas herramientas ofrecieran actividades significativas y reales donde el usuario pudiera interactuar con otros aprendices para la resolución de los ejercicios. No obstante, parece encaminarse un interés por agregar foros de discusión y chats en los que el usuario pueda conectar con otros aprendices de una comunidad y recibir un feedback que la máquina todavía no es capaz de prever (por el momento las máquinas no hablan, al menos como un humano). Además, personalizar los contenidos y mostrar estrategias de aprendizaje podría ser de gran utilidad. Por el momento, tendremos que seguir comiendo manzanas.